sábado, 3 de enero de 2015

2014: Rayo, arengas y desahucios

Por Fran Salas (@Fran_jirrojo)

El 2014 comenzaba rematadamente mal, con solo 7 puntos de 21 posibles, el equipo se hundía en la clasificación, el nerviosismo se apoderaba de buena parte de la afición que se veía; ya en febrero, desahuciada en segunda al finalizar la tercera temporada consecutiva del club en la máxima categoría. Los de Paco Jémez hacían buen fútbol pero las ocasiones no llegaban, y se perdían partidos sin que el rival hiciese mucho arriba.


Llegaba el Sevilla a feudo rayista, un gran ambiente de hermandad entre las dos aficiones en los prolegómenos del encuentro, pero en el partido se a repetía el guion, los futbolistas franjirrojos se volvían a marchar cabizbajos al vestuario tras una nueva derrota. Pero algo se cocía en ese fondo tan criticado por extraños como aplaudido por la mayor parte de fieles al estadio, se invitó a los jugadores a que volvieran al césped y un representante de la afición les expuso el sentir de la mayoría; que mientras se siguieran dejando la piel en los partidos, la grada iba a seguir apoyándoles como siempre, palabras que fueron aplaudidas por diversos medios de comunicación.

El mensaje pareció calar en la plantilla, el siguiente escollo era el Valencia y ante un gran ambiente en el estadio, el equipo realizó un notable partido plagado de ocasiones, y en una de ellas emergió la figura de Larrivey, quien ponía el 1-0 definitivo de certero cabezazo a centro del rumano Rat, jugador llegado en el mercado de invierno junto al valenciano Rochina, ambos cuajaron una excelente estancia en el conjunto vallecano y ayudaron en parte al resurgir del equipo en la segunda vuelta.

A la victoria frente a los valencianistas le siguieron otras dos, en Anoeta y en casa frente al Almería, especialmente brillante la primera, haciendo el Rayo uno de sus mejores partidos de la temporada, con goles de Larrivey, Bueno y Rochina remontando un marcador que les fue adverso en dos ocasiones. Estas tres victorias consecutivas tras la arenga de la afición le sirvieron para salir de los puestos de descenso.

Continuaron un empate en tierras pucelanas y una victoria por la mínima frente a Osasuna; ambos, rivales directos por eludir el descenso, y la ya clásica fiesta en la grada visitante del vecino de La Castellana pese a la derrota, tras este esperado tropiezo llegaba otra buena racha con tres victorias y un empate en cuatro partidos, lo que permitía llegar a la cuesta final del campeonato con cierta relajación. A estas alturas el argentino Larrivey ya había conseguido a base de esfuerzo y goles ganarse a la afición rayista; después de una primera vuelta bastante floja lograba ser uno de los preferidos de la grada vallecana.



Un final de campaña flojo fruto del desahogo por estar lejos de la zona de descenso; que sin embargo certificaba la permanencia del Rayo Vallecano en la máxima categoría del fútbol español por otra temporada más. Una nueva charla de la afición a sus jugadores tras la última jornada, esta vez agradeciéndoles el trabajo realizado y la garra mostrada, y recordándoles que la familia rayista les estaría eternamente agradecidos, volvieran con la camiseta que volvieran.

Llegó el verano, y con él la ya habitual desbandada de jugadores, como cada año hombres importantes dejaban el club, entre ellos los Rubén, Gálvez, Rat, Saúl (cedido por el Atlético), Rochina o Larrivey. Al director deportivo, Felipe Miñambres; le volvía a tocar confeccionar una nueva plantilla con escasos recursos económicos de margen. Llegaban nombres en su mayoría desconocidos para el gran público, un par de cedidos por el Villarreal (Aquino y Pereira) y algún que otro viejo inquilino de la franja como Amaya o Leo Baptistao. A pesar de las dificultades Miñambres lograba una vez más elaborar un equipo competitivo con dos jugadores por puesto.

Comenzaba el tercer proyecto de Jémez con la misma apuesta ofensiva de los dos anteriores, con la posesión como gran baza. Dos empates en las dos primeras jornadas que se antojaron injustos, el Rayo mereció más; en casa frente al vigente campeón y en Riazor. Después dos derrotas ante Elche y Villarreal, el equipo mezclaba momentos de gran fútbol con errores garrafales en defensa.

Habría que esperar hasta la quinta fecha del campeonato ante el Athletic para ver la primera victoria de la temporada, el Rayo se imponía con dos goles de Leo en sendas jugadas de Kakuta, el futbolista francés cedido por el Chelsea en solo cinco encuentros había conseguido asombrar a la hinchada de la Agrupación con sus desbordes por la banda izquierda, sus centros y sus regates imposibles.


Seguía la temporada con otra victoria en feudo levantinista y con un buen partido ante el Barcelona de Luis Enrique que terminaba 0-2 favorable al conjunto blaugrana. Después, dos visitas a tierras andaluzas con suerte dispar; victoria en Granada con gol de Manucho in extremis, y derrota en Málaga en un pésimo partido de los de Paco, como ya sucediera el año anterior en la capital de la Costa del Sol. A continuación dos nuevas derrotas ante Éibar y Real Madrid.

Llegaba mediados de noviembre y con el parón liguero por los compromisos de las selecciones nacionales parecía que el Rayo iba a estar lejos de los focos, pero no fue así, todo lo contrario, el equipo copaba más portadas que nunca por un simple gesto humanitario, algo que parece tan sencillo pero que rara vez se da en un equipo de fútbol por su poca concepción de la realidad de las dificultades por las que pasa un ciudadano de a pie. Plantilla y cuerpo técnico tiraban más de coraje y nobleza que nunca y anunciaban que se iban a hacer cargo del alquiler de una vivienda para Carmen, una anciana vecina del barrio de Vallekas, desahuciada de su casa por unas leyes que perjudican claramente a los más frágiles, un grandioso gesto en sintonía con el barrio, de tradición obrera y luchadora, que enorgulleció a una afición solidaría como ninguna; quizás más que cualquier jugada o cualquier gol.



En la recta final del año dos costosas victorias ante Celta y Almería, y tres derrotas consecutivas que ponen de manifiesto los problemas defensivos del equipo; entre medias, una eliminatoria de Copa del Rey frente al Valencia, que a punto estuvo de voltear el conjunto franjirrojo, con un planteamiento loco de Paco Jémez en el partido de vuelta en Mestalla, que a buen seguro se hubiera saldado de distinta forma de no ser por los numerosos errores arbitrales.



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